martes, 29 de marzo de 2011

El efecto de las grasas sobre la depresión


El efecto de las grasas sobre la depresión
La depresión es el trastorno mental más frecuente, y genera un notable impacto en la persona, en su entorno familiar y en la sociedad, por lo que representa en la actualidad uno de los grandes retos de la salud pública en muchos países.
Almudena Sánchez Villegas 
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Departamento de Ciencias Clínicas

DEPRESIÓN Y SU PREVENCIÓN A TRAVÉS DE LA DIETA
Van Gogh
Dibujo de Van Gogh
Cada vez existe mejor la evidencia de que la modificación de algunos factores de riesgo es posible y puede resultar eficaz para la prevención del trastorno. De hecho, la amplia variación geográfica en las cifras de enfermedad, sugiere el papel relevante que la heterogénea distribución de algunos de estos factores, como la dieta, puede ejercer sobre el trastorno depresivo. En este sentido, se observa una mayor incidencia de la enfermedad en países del norte de Europa respecto a países del sur, donde prevalece un patrón de dieta mediterráneo. 

Los expertos advierten que en los últimos años la incidencia de la enfermedad ha aumentado, llegando a los 150 millones de personas afectadas en el mundo. Coincidiendo con este aumento, se ha observado un cambio radical en las fuentes de grasas consumidas en las dietas occidentales, donde hemos sustituido algunos tipos de grasas beneficiosas por otras con un probado efecto negativo, especialmente sobre la salud cardiovascular. 

Entre las grasas beneficiosas se incluyen los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) y los ácidos grasos monoinsaturados (AGMI). Su efecto cardioprotector ha sido puesto de manifiesto en múltiples estudios epidemiológicos. Las principales fuentes de AGPI son los aceites vegetales y los frutos secos y en el caso de los denominados AGPI omega-3 de cadena larga, los pescados y mariscos. Por otro lado, la principal fuente de AGMI en España proviene del aceite de oliva a través de su contenido en ácido oleico. Por otro lado, los ácidos grasos saturados (AGS) y las grasas tipo trans (grasas parcialmente hidrogenadas) son importantes componentes de carnes, mantequillas, bollería industrial o comida rápida. El efecto nocivo de estas grasas, especialmente de las grasas trans, sobre la enfermedad cardiovascular ha sido ampliamente demostrado. 

ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR Y DEPRESIÓN
Numerosos estudios epidemiológicos han establecido una conexión entre la enfermedad cardiovascular y el trastorno depresivo. Existen diferentes mecanismos biológicos que pueden explicar el vínculo existente entre ambas y que enlazaría así, el efecto de ciertas grasas en la patología depresiva.

Inflamación de bajo grado, enfermedad cardiovascular y depresión
Pese a las últimas evidencias existentes sobre el papel beneficioso de la dieta sobre la salud mental y los mecanismos biológicos que lo sustentan, pocos son los estudios epidemiológicos llevados a cabo para apoyar estos hallazgos

Al igual que entre los pacientes con enfermedad cardiovascular, entre los pacientes con depresión coexiste un proceso inflamatorio de bajo grado. Este proceso inflamatorio se caracteriza por la existencia de altos niveles de las denominadas citoquinas pro-inflamatorias, moléculas responsables del proceso inflamatorio y con efecto negativo sobre la neurotransmisión y el correcto funcionamiento cerebral. Estas citoquinas inhiben la producción de serotonina (uno de los principales neurotransmisores, esenciales para la correcta transmisión de la señal nerviosa) y actúan de manera negativa sobre la disponibilidad del factor neurotrófico cerebral (Brain derived neurotrophic factor, BDNF). Por ello, debido a la presencia de inflamación de bajo grado, los niveles de serotonina y BDNF se encuentran disminuidos en el trastorno depresivo. El BDNF es una proteína sintetizada por los tejidos neuronales y el endotelio (tejido que recubre el interior de los vasos sanguíneos) y cuyo efecto sobre las funciones cerebrales ha sido puesto de manifiesto en los últimos años por números estudios. El BDNF se encuentra íntimamente implicado en el proceso denominado plasticidad sináptica (neuroplasticidad). Esto es, la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse continuamente tras influencias negativas de tipo ambiental o por causa de enfermedades o traumatismos. 

Disfunción endotelial, enfermedad cardiovascular y depresión
Un inadecuado funcionamiento endotelial es característico igualmente no solo de los pacientes cardiovasculares sino también de aquellos con un trastorno depresivo. El endotelio vascular es responsable de la síntesis y liberación de factor neurotrófico cerebral, por lo que un inadecuado funcionamiento de este tejido se traduciría en una menor defensa neuronal.

Grasas, inflamación de bajo grado, disfunción endotelial y depresión 
El papel beneficioso atribuido al aceite de oliva (rico en grasas monoinsaturadas) podría ser explicado por su capacidad antioxidante y antiinflamatoria y por la mejora de la función endotelial. De igual forma, el ácido eicosapentaenoico, AGPI omega-3 de cadena larga, es capaz de inhibir la liberación de citoquinas pro-inflamatorias. La ingesta de grasas trans, por otro lado, ha sido asociada al incremento de los niveles de citoquinas proinflamatorias en numerosos estudios epidemiológicos. Asimismo, estas grasas afectan de manera negativa a la función endotelial.

EVIDENCIAS EPIDEMIOLÓGICAS DE LA RELACIÓN ENTRE LA INGESTA DE GRASAS Y LA DEPRESIÓN
Pese a las últimas evidencias existentes sobre el papel beneficioso de la dieta sobre la salud mental y los mecanismos biológicos que lo sustentan, pocos son los estudios epidemiológicos llevados a cabo para apoyar estos hallazgos. 

Los resultados obtenidos por diversas investigaciones sobre el efecto de la ingesta de ácidos grasos omega-3 (grasas poliinsaturadas) sobre la depresión son poco concluyentes, con estudios que sugieren un efecto protector y con otros, más recientes, que disminuyen la importancia de este tipo de grasas sobre la prevención del trastorno depresivo. A excepción de aquellas basadas en los ácidos grasos omega-3, pocas son las investigaciones llevadas a cabo para analizar el posible efecto de las distintos tipos de grasas sobre los trastornos mentales. Dos pequeños estudios han sugerido una disminución de la sintomatología depresiva o del riesgo de depresión asociada al consumo de aceite de oliva o de ácido oleico. El proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), además, al estudiar el papel ejercido por la dieta Mediterránea sobre la depresión, analizó secundariamente el efecto de la razón AGMI/AGS, esto es, de la cantidad en la dieta de grasas monoinsaturadas con respecto a grasas saturadas, encontrando una disminución del riesgo de depresión de aproximadamente el 25% para aquellos participantes con una elevada proporción de grasas monoinsaturadas versus grasas saturadas en sus dietas.

Recientemente, el proyecto SUN ha analizado un gran espectro de grasas y su efecto sobre el trastorno depresivo. 

PROYECTO SUN, GRASAS Y DEPRESIÓN
El proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) es un estudio de seguimiento basado en graduados universitarios. El seguimiento y recogida de información se lleva a cabo a través del envío cada dos años de cuestionarios en los que se solicita información al participante sobre hábitos dietéticos, estilo de vida y presencia de enfermedades. 

Para este análisis, se incluyó la información de 12.059 participantes libres de depresión al inicio y entre los que, después de una media de seguimiento de 6 años, se diagnosticaron 657 nuevos casos de esta patología. Este estudio encontró que los participantes con un elevado consumo de aceite de oliva (superior a los 20 g diarios), presentaban una reducción del riesgo de depresión del 30% en comparación con aquellos con bajo consumo o que no consumían aceite de oliva. Además, aquellos sujetos con un elevado consumo de grasas tipo trans (aproximadamente 1,5 g/día) presentaban un incremento del riesgo de depresión de hasta un 48% cuando se les comparaba con los participantes que no las consumían. Por último, cabe destacar que el estudio constató relaciones dosis-respuesta tanto para los AGMI, AGPI, grasas trans y aceite de oliva de forma que, a más consumo, más protección (para las grasas monoinsaturadas, poliinsaturadas y el aceite de oliva) o mayor ingesta, mayor riesgo (para las grasas trans).

CONCLUSIONES
La evidencia epidemiológica que relaciona la ingesta de diferentes tipos de grasas y la depresión es muy escasa. Sin embargo, diversos procesos biológicos, podrían explicar el sugerido nexo entre la enfermedad cardiovascular y la depresión en el que el papel de las grasas tipo trans y el aceite de oliva parece ser esencial. El seguimiento de la Dieta Mediterránea, rica en aceite de oliva, es sinónimo de salud. Por otro lado, la utilización industrial de las grasas trans ha sido prohibida en algunos países (es el caso de Suiza o Dinamarca) y en otros, sus niveles están regulados legislativamente. En 2009, un comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud urgió a revisar la actual recomendación que fija un contenido menor al 1% de la ingesta energética total. Este comité sugirió incluso la eliminación total de este tipo de grasas de la cadena alimentaria.

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